Portugal, ese país hermano que poco a poco vamos conociendo y que a pesar de tenerlo ahí al lado, no deja de sorprendernos.Impresionantes rincones donde uno se encuentra con el pasado, donde las sensaciones brotan, donde la vida se detiene o donde para los que usan reloj se retrocede una hora.
Oporto, ese impresionante ciudad a orillas del Rio Duero, donde los 900kms de recorrido del río llegan a su fin para endulzar el Océano Atlántico, dejando a su paso rincones preciosos, a una orilla y otra.
En nuestra visita a Oporto, aprovechamos para conocer lugares donde comer bien y aunque lo difícil es encontrar algún lugar donde no se coma bien, en los tres días que allí estuvimos, visitamos algunos restaurantes, sin hacer mucho caso en verdad a comentarios de esas conocidas páginas de internet donde cada uno cuenta la feria según le va, con conocimientos o sin ellos...
Nada mas llegar, cerca de nuestro apartamento (Porto Vista House/Rua Pilar 167) a ese lado del margen izquierdo del río como es Vila Nova de Gaia, se puede divisar las espectaculares vistas de lo que nos espera por visitar, al fondo Oporto (Porto) y en nuestro Vila Nova de Gaia, son dos ciudades separadas por el río, en la que se puede cruzar andando por su puente Luis I.
Es casi la hora de comer, pero como Portugal es una hora menos eso que ganamos.Aprovechamos para bajar y pasear por esa orilla del río, por donde se ubican las famosas bodegas de Oporto, donde podemos ver esas barcas típicas de madera donde antaño se utilizaban para cruzar y transportar las barricas de vino y licor, los "rábelos".
En dicha avenida, cientos de puestos y una infinidad de establecimientos repletos de gente, donde es difícil elegir porque todos tienen las terrazas llenas.
En esa Avenida Diogo Leite encuentras varios restaurantes, el olor a pescado a la brasa, gigantes jarras de cerveza que ingleses beben en sus terrazas, platos contundentes, empleados que salen a tu reclamo ofreciéndote sus ofertas gastronómicas, algo que en verdad no hace falta, algo que no gusta al cliente y mas aquí, donde la clientela está asegurada en cada restaurante.
Decidimos entrar en uno, en el llamado Douro Velho.
No es el que mas gente tiene, pero entramos.Nos pregunta el camarero que si disponemos de reserva, a lo que le dijimos que no.Nos sentó dentro, es verdad que en la terraza hacía un poco de aire y podía resultar un poco molesto.
Una vez dentro, observamos la decoración, nada de otro mundo, pero si algo mas elegante que la de otros sitios.Donde la limpieza es verdad que era mucha...
Ya en mesa, le pedimos la carta.Como inconveniente he de decir, que los camareros son muy lentos y el servicio también.
Le pido alguna recomendación al camarero y me responde..."tudo aqui é bom".
Con cara de pocos amigos, demasiado serio para un turismo desenfadado y elegante del que presume esta zona, entendí que al ser una ciudad del Norte serán gente de pocas palabras, por lo que sin mas, le pedimos algo de beber mientras decidimos que pedir.
Nos trae las jarras de cerveza y el vino verde, Alvarinho (exquisito).
Pedimos y empieza en pocos minutos el desfile de platos, la tardanza con la que nos atendieron al principio se redujo con la llegada de los platos, que no tardaron mucho, pidiendo estos platos:
-CAMARÂO COM PURÉ DE BATATA DOCE (gambas con puré de patata dulce).
-BACALHAU COM BROA (Bacalao asado con capa crujiente de maiz).
-BACALHAU A MINHOTA (Estilo típico de bacalao frito del norte de Portugal con pimentón).
-VITELA ASSADA À MODA DE LAFÔES (Ternera asada con verduras y al horno).
-POSTRES: SEMIFRÍO DE CAFÉ Y PUDIM DE ABADE.
El puré de patata dulce con gambas, estaba bueno.Nada de otro mundo, pero para un entrante no está mal.
El bacalao exquisito, ración gigante, con un punto perfecto el bacalao tanto uno como otro, exquisito.
-La ternera, teníamos ganas de una ternera "grilhada" pero no había, por lo que pedimos esta.Muy tierna y jugosa, pero para mi no era la mejor ternera del mundo, eso si, platos muy contundentes y mas que generosos.
-El postre, yo casi nunca como postre, pero pedimos para compartir este pudim típico de la zona y el semifrío de café, no estaba malo, pero evidentemente no era casero, un fallo que se repite muy a menudo, porque una comida como el postre no esté bueno, puede desmerecerlo todo.
Momento en el que pedimos "a conta".
Precios nada excesivos, para cantidades de comidas mas que abundante.Calidad muy buena, llamándome mas la atención que las jarras de cerveza (medio litro) sean mas caras que los postres (5€).
Pero no obstante, el lugar, la ubicación, las vistas, el trato y demás, entra dentro de lo correcto, por eso, motivo principal que sea totalmente recomendable este lugar.
No tomamos café, porque íbamos a tomarlo en otro lugar.Paseo por esa orilla, para ir a tomar un café antes de embarcar para ver la belleza de este lugar único.
Y con ese sabor del buen café portugués, con estas vistas tan bellas, el paseo en barco no puede faltar para visitar esta ciudad que tanta influencia tiene con el mar y que en tiempos pasados pudo ser uno de los principales puertos europeos.
Y así, la tarde iba avanzando hasta el atardecer en el Douro portugués, donde la belleza deslumbra de día, de tarde y de noche.
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