Cáceres, esa ciudad pequeñita y acogedera, que los que no gustamos de esas grandes masificaciones urbanísticas, a los que vivimos sin reloj, a los que nos gusta paladear la vida huyendo de las malditas prisas instaladas sistemáticamente en nuestro día donde se vive a toda velocidad, Cáceres esa pequeña gran ciudad donde algunos como yo, no necesitamos grandes centros comerciales, ni infinitas filas de restaurantes de esos de franquicias, Cáceres es esa esencia donde todavía uno se puede sentar a contemplar la vida pasar mientras das un buen trago a una jarra de cerveza bien fría.
Hoy aproveché la tarde para salir al centro y hacer unas compras al reclamo de las rebajas de Agosto, un puñado de tiendas que sobreviven a tirones, otras fueron devoradas por esa temida "crisis", nada de otro mundo, pero lo suficiente para comprarte lo que necesitas y aguantar el tirón del verano.
Tras los agobios de las a veces, necesitadas compras de ropa donde como a tantos me agobia, prefiero ir a una carnicería o pescadería que si pruébate esto, que si dame una talla mas, que si cógeme el bajo, en fin...
Pasado el mal trago de las compras en una calurosa tarde de agosto y en Cáceres (37°), había que dar paso a un mejor trago...
Siguiendo mi habitual paseo, bajo por la calle Pintores a la Plaza, esa plaza donde a decir verdad vivió tiempos mejores, donde es inevitable que los recuerdos te transporten a aquellos de juventud, de noches sin fin, donde tantas chicas guapas tatareaban aquellas canciones en aquellos bares musicales, que ya no existen.
Mi vuelta a la plaza, donde como en todas las plazas de las ciudades que son Patrimonio de la Humanidad, no faltan bares y restaurantes en su mayoría frecuentado por extranjeros atraidos por esos platos "simultaneos" platos regionales y que a ser sinceros, aquí como en otros tantos lugares, en la plaza de Cáceres son malos y caros, pero el extranjero no mira el bolsillo, tampoco mucho distingue si una trucha es al modo del jerte o lleva hecha al horno y recalentada dos días.
Por eso, sus calles guardan esa esencia de los bares de toda la vida, donde te pides una "cañina" y el camarero te pone el "pinchino" que quiera, muchas veces excesivos, mientras en otros tantos lugares de España te cobran por unos tristes cacahuetes, aquí no...Aquí te ponen torreznos, orejas, paella, y...lo que el camarero quiera.
Me subo por el Arco de la Estrella "pa'rriba", empiezo a ver la cosa de otra manera...
Sus calles empedradas, ese mal para esas muchachas de chanclinas y zapatinos de verano, donde entiendes el porqué y la posible lógica de las chanclas con calcetines tan horteras como ridículas de los alemanes, por eso tal vez vez, algunos utilizamos zapatos naúticos-todoterreno tanto pa verano, como en invierno.
LLegamos a la concatedral de Santa María, lugar impresionante para los que nos gustan los templos religiosos, donde en su exterior está esa imagen de San Pedro de Alcántara, donde cuenta la leyenda que quien le toca el pie tendrá muy buena suerte...¡así está de brillante!.
Me pierdo por sus estrechas calles, la piedra desprende ese calor del atardecer cacereño, calles y rincones donde desconectas de todo y es donde encuentras la esencia de esta pequeña ciudad...
Y ahí está, el mítico CORRAL DE LAS CIGÜEÑAS, lugar ideal para sentarte a tomar lo que te apetezca, rodeado de hiedras, palmeras y olor a jazmín, uno de mis olores favoritos.
Una cerveza para refrescar estos calores, una jarrita de barril bien tirada..."Esa rubia trenza que no cesa".
Y no por falta de ganas me quedaba aquí, pero como tantos jueves voy a tomarme mis tapitas a ese lugar, sin lugar a dudas a mi lugar favorito de Cáceres.
Para llegar a él, hay que seguir pateando esas calles, eso si, sigo disfrutando de cada detalle.
Y así llego a mi lugar favorito para tapear, LA TORRE DE SANDE (TAPERÍA).
La tarde va cayendo, aquí es el mejor para contemplar el crepúsculo del atardecer.
En pleno centro, donde tanta historia hay y estas paredes han visto, han presenciado.Lugar aquí, donde el mismísimo Francisco Franco estuvo antes de emprender su viaje a Salamanca, donde allí fue nombrado Caudillo de España.
Un pavo real que es fotografiado por cientos de turistas, esa pared, el atardecer...ESPECTACULAR!!.
Aquí, la tarde cae sin prisas.Conversaciones interesantes, de turistas con mucho nivel, a mi lado un matrimonio con una pareja de hijos de 8 o 10 años, explicándoles todo, donde me recuerdan mucho cuando voy con mi hija a los sitios y le explico todo.Esa es la grandeza de una familia, que el día de mañana esos, nuestros hijos tendrán esa soltura y esos conocimientos de los viajes y los recuerdos, donde sabrán desde los monumentos, la diferencia de los campanarios con dos campanas entre iglesias y conventos, hasta como se hace una torta del Casar y aquí una ve como disfrutando de las tapas tradicionales, donde con mucho conocimiento las comentan...
Yo pido otra cerveza, aquí con la cerveza o consumición te ponen la tapa que ellos quieran, perdón pincho.
Al pedir otra cerveza, me traen uno de los clásicos de aquí, la paella de verduras, muy muy rica.
La noche se ha echado, pero siempre me gusta pedir algo de esas impresionantes tapas que tienen en su carta, siempre sorprendente.
El encanto de la noche ha llegado, la terraza de la TORRE DE SANDE se llena.
Y con esta hamburguesa de BRIOCHE CON MYONESA TRUFADA Y CHIPS DE VERDURAS, solo diré algo, CONTINUARÁ...
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