Todavía recuerdo aquellos viajes por la carretera N-V con mis abuelos donde cruzar Extremadura era toda una aventura, ir a Madrid era como dar la vuelta al mundo e irte de vacaciones a Valencia cuando acababas las clases, era como hacer un viaje a la luna.
De aquellos viajes, recuerdo aquellos tramos del camino...
Cuando llegabas a Trujillo, sabías que hasta Madrid eran 250kms...¡casi na! y para mi el tramo mas bonito de esta carretera de Extremadura, donde poco a poco dejabas kms atrás el manto verde del regadío de Badajoz, para adentrarte en ese contraste de paisajes de llanuras amarillas y encinas, donde el asfalto se empezaba a retorcer para cruzar el río Almonte, donde en aquellas carreteras se sentía el llanto del que regresaba o volvía, la nostalgia de dejar tu pueblo y tu familia, la risa de también los viajes de placer de aquellos veranos, y como no, el dolor de los que un día en una cuneta, en un cambio de rasante, en esa recta de frente, en esa noche de niebla, en ese despiste que no te permitió errores se dejaron la vida.Al día de hoy todos recordamos aquellos lugares que aunque hayan pasado muchos años, los seguimos recordando.
Había que cruzar el Puerto de Miravete, puerto de los de antes, donde camiones incesantes de día y de noche cruzaban a duras penas el puerto, donde si te tocaba uno delante sabías que no podías adelantar, la siempre respetada línea contínua y el trazado sinuoso, nos hacían armarnos de paciencia, no quedaba otra y los había que decidían parar a descansar antes de cruzar el puerto o después...
Y con este repaso nostálgico, mientras he comido en un lugar mítico de esta carretera donde ya paraba con mis abuelos, donde el tiempo parece haberse detenido, donde los recuerdos se avivan y te hacen que estén mas presentes, es aquí.El Hostal Restaurante Portugal I,uno de esos lugares que nos transportan en el tiempo, al día de hoy templo sagrado del pasado, del presente y del futuro, porque lugares así apenas quedan porque han sabido sobrevivir a los años y siguen en pie, siguen funcionando y eso solo es por un motivo...porque son lugares muy buenos y este es uno de ellos.
Un menú del día de mucha calidad, muy abundante y a un precio que te hará recordar, que en pocos sitios se como así de bien en carretera donde el café es de los de verdad, un lugar limpio, un bar actualizado al día de hoy pero con la esencia de toda la vida, donde el buen hacer de esta familia permite que con cuarenta años de pie atendiendo a esa clientela, adaptándose a los nuevos tiempos, sea esa alegría de ver un sitio lleno de coches, eso es lo que hace grande a un establecimiento, cuando sus dueños no se han dormido en los laureles, cuando sus dueños a pesar de tener el comedor lleno a diario no han bajado la calidad de sus comidas, al revés, tampoco han subido el precio y como me decían..."la crisis nos afecta a todos, pues somos todos los que tenemos que apretarnos el cinturón".Esas palabras me llegaron al alma, por eso, este escrito el cual no se si llegaré a terminar, empieza aquí y por supuesto, va dedicado para esa gran familia.
Acabo de comer, un comedor bien atendido donde van llenando las mesas, con cubiertos en mano y la vista puesta en esa vieja televisión que nos ofrece el telediario.
En mis viajes a Madrid por la carretera de Extremadura, ese viaje que tantas veces hacía de pequeño, me detengo en este lugar, en Almaraz.Punto medio de la autovía de Extremadura (A-5) que une Madrid con Badajoz, donde aquí es parada obligatoria siempre desde que era pequeño, donde nos encontramos en esta casa, un clásico de toda la vida en la N-V como es el Hostal Restaurante Portugal, lugar donde uno encuentra ese lugar donde sabe apreciar el paso del tiempo, donde la limpieza y una cafetería elegante han sobrevivido al paso de los años, donde tantas cosas han visto esas cristaleras, donde tantas personas han encontrado descanso, donde la vida pasa de un lado a otro sin mas por esa carretera, desde aquí veo el oscuro animal del asfalto y el radiante cielo azul del ayer.
Hoy en muchos lugares que tuvieron mucha vida durante muchos años a pie de carretera, con aquellos carteles visibles, donde en cada carretera había llamativos restaurantes donde sus propietarios curraban en su negocio como el albañil piedra sobre piedra levanta su pared y aquellos camioneros kms a kms que también construian su camino.Como no, aquellos otros de luces llamativas donde solitarios de la noche ahogaban sus conciencias y sus penas al bálsamo de la bendicion de un club, hoy en día, basta recorrer unos cuantos kms por cualquier carretera de estas para contemplar la tranquilidad, una imagen al recuerdo y ver esos hostales y gasolineras abandonados, donde con nostalgia se recuerda lo que fue aquello y lo que es ahora.
Puede que algunos recordemos con ese romanticismo estos lugares, donde se podía comer bien a cualquier hora, donde fuera del horario de cocina cualquier camarero a pesar de las muchas horas que llevara curando te preparaba un bocata en condiciones o ese plato combinado estrella de cualquier bar de carretera como es un par de huevos fritos con patatas y jamón o chorizo.
Aquel romanticismo que nos queda a los nostálgicos del asfalto que somos bastantes la verdad, pero si está claro que nadie quiere una carretera de las de antes, con un solo carril, donde a cada adelantamiento era un jugarse la vida, donde alguna cruz en la cuneta o algún ramo de flores en el quitamiedos, nos devolvía a la cruda realidad de la carretera, cosa que la autovía nos regala dos carriles en el mismo sentido e infinitas rectas, motivo por el cual todo esto ya forma parte de ese pasado que al cerrar los ojos se puede ver, aquellas carreteras con las trampas en el camino, donde nada se pedía y se presumía de vivir (al hacer un viaje por aquellas carreteas a veces del infierno) y se disfrutaba de la contemplación del paisaje a la vez que te invitaban esos paisajes a la deseaba y ansiada calma, una calma que llegó para siempre.
Lejos quedaron aquellos desvelos de conductores de aquellos monstruos de acero rodantes siempre apurados de hora, también quedaron lejos aquellas tiendas de artesanía o productos regionales como el mimbre, botijillos de barro, pan y dulces típicos.Recuerdos que puede que se sean oxidados pero no perdidos ni olvidados.
Recuerdos que al final son un cruce de caminos, donde transcurre el ayer y el hoy, donde se pone una autovía al lado de esa antígua carretera durante algunos kms, donde te vienen a la cabeza de nuevo ese antes y este actual después.
Para los hosteleros, la palabra autovía significó miedo no, pánico.Todo el esfuerzo de décadas se iba desvaneciendo, solo sobreviviendo aquellos que en verdad son buenos y dentro de esos buenos, está este lugar desde el que escribo esto.Donde los dueños de este hostal, con todo su esfuerzo y sacrificio, empeño y ganas, le pusieron al mal tiempo buena cara para emprender un nuevo negocio o una ampliación del mismo, en otro lugar estratégico, aquí...
Donde si digo e insisto que la mayoría de las áreas de servicio de España, dejan bastante que desear, esta es la excepción.Porque mantiene esa esencia de toda la vida, donde los muchos años al frente del negocio saben lo que es dar ese servicio a tan difíciles clientes, aquí si, aquí es de los sitios de verdad, por eso me hago eco de este sitio, para mi sin duda la mejor área de servicio de la Autovía de Extremadura y una de las mejores de todo el territorio nacional.Ah y lo mejor de todo, si llegas a las cuatro de la mañana con hambre, no te preocupes, aquí si te preparan algo caliente para comer, en casi ningún sitio hacen eso, pero aquí si y eso es digno de agradecer.
La tarde está gris, lo que invita a recordar aquellas historias de curvas, de largas líneas continuas e infinitas filas de camiones, de coches averiados en el arcén, de la parte negativa como son los accidentes que todos recordamos o presenciamos por desgracia donde mucha gente un día dejó su vida en un kilómetro de cualquier carretera, ahora olvidada.
Va llegando la hora de despedirse, queda viaje por andar, como siempre mi música favorita.Esa banda con la que he recorrido miles de kilómetros, esas canciones con las que crecí, las que han puesto la banda sonora a muchos momentos de mi vida, donde en esa carretera que piso me doy cuenta que el tiempo es un pájaro de alas cortas que vuela alto y fuerte, donde aquellos recuerdos hoy sueños, son palomas mensajeras que se pierden sobre las antenas de la ciudad, donde ya apenas el toro negro de osborne recorta el horizonte...
Una vez mas y para siempre y sin remedio, se cruzan las carreteras para despues volver a separarse, entre laderas de espigas y viñas quedando aquellos recuerdos imborrables sabiendo la paz que ha dado la autovía a los pueblos pero no a los negocios, donde el vendedor de melones en cuneta de carretera ya no está, ni el paso de coches ni de camiones, ni tan siquiera aquellos expositores que daban vueltas con cintas descoloridas de los grupos de la época donde podíamos ver las cintas de El Último de la Fila, Mecano, La Unión, Hombres G, Miguel Ríos, Roberto Carlos y un sin fin de grandes éxitos...
Hay que seguir el camino, mientras he estado escribiendo esto he viajado por unos minutos a la década de los 80s cuando era pequeño, cuando no sabías todavía del difícil arte que es vivir, donde a mis treinta y...te das cuenta de que la vida no es un problema es una realidad a la que plantarle cara, la vida avanza, la vida sigue pero mis recuerdos y lo de muchos de vosotros estarán perennes siempre con nosotros.En esa princesa de los recuerdos que es la carretera que tantas veces nos vio pasar, que vio pasar tantas vidas, que se llevó para siempre a otras tantas y que por supuesto no podemos olvidar, donde el paso constante día y noche peinan las encinas encontrando en este paisaje extremeño si cabe mas belleza, donde pámpanos temblones de campos dorados que dejamos a los lados, donde en aquellas carreteras no cesaba la matraca de motores, donde los árboles en aquellas rectas absorbían el grasiento monóxido de carbono.
Con todo mi cariño, para todas esas personas que dejaron su vida en las carreteras españolas, con todo mi cariño para todos esos amigos que siguen el blog y les debía este escrito, con todo mi cariño y mi todo a mis padres, con los que tantas veces hemos andado esos caminos y esas carreteras de un lado a otro en los diferentes destinos de este querido y admirado país, también con casi lágrimas en mis ojos para mis abuelos (paternos y maternos) por ser buenos conocedores de la carretera, por haber pasado tantas noches de frío y tender su mano a quién lo necesitó e incluso, haber salvado vidas con ese pronóstico feliz para el afligido y por supuesto, para esa gran familia del Restaurante Portugal I y II, en los que apoyado aquí en esta mesa, he podido escribir esto y ojalá, pueda haber muchos lugares así, pero la realidad es otra, así que amigos, salud y larga vida.